En un domingo de Pascuas diferente, la segunda edición del paseo náutico “Al garete” zarpó con las plazas agotadas, sobre las aguas del río Paraná. Una propuesta cultural y turística que combina naturaleza, tradición litoraleña y disfrute compartido, a un precio accesible para todo público.
Pero, ¿por qué “Al garete”? En la jerga náutica, “quedar al garete” se refiere a estar “a la deriva”, sin rumbo fijo. Sin embargo, en este caso, la expresión adquiere otro sentido: dejarse llevar por el río, por la música y por la emoción de una experiencia distinta, que flota entre la calma del atardecer y la alegría de nuestra identidad cultural.
Pasadas las 18 horas, el catamarán navegó río adentro, iniciando una travesía de una hora y media que combinó lo mejor del folclore regional con el entorno natural único que ofrece la costa posadeña. A bordo, se mezclaron familias, grupos de amigos, parejas y turistas de diferentes puntos de la provincia.
Apenas zarpó la embarcación, la música tomó el timón. El grupo Suena Sanfona abrió la jornada con una animada polkita rural, que marcó el tono festivo de la tarde. Le siguió una cuidada selección de ritmos sertanejos, evocando los sonidos del sur brasileño, antes de dar paso al clásico “Conjunto Pena y Olvido”, que despertó sapucay espontáneos entre los presentes. El repertorio siguió con “A Villa Guillermina”, que animó a varios a dejar sus asientos y unirse al baile.
Y para coronar la jornada, el tema “Neike chamigo” marcó el cierre de un repertorio festivo, acompañado en todo momento por los bailarines del Ballet Folclórico Municipal, quienes llevaron su danza a cada rincón, dando color y movimiento a la postal navegante.

Una experiencia compartida
Entre los pasajeros que se encontraban a bordo, María Josefa —aunque todos la conocen como Marita— compartió su experiencia junto a un grupo de amigos y familiares. Oriunda de Uruguay, pero radicada en Posadas desde hace algunos años, estuvo acompañada por su esposo, de origen cordobés, quién también supo elegir la tierra colorada para asentarse.
Marita había intentado embarcarse en la primera edición, pero los cupos agotados la dejaron afuera. Esta vez, no quiso perder la oportunidad. “El 13 íbamos a hacer el viajecito, pero no llegamos. Esta vez sí, por suerte. Vinimos con amigos, mi cuñada, mi esposo… somos como diez. Algunos se quedaron abajo porque son friolentos”, comentó entre risas desde la cubierta de la embarcación.
Marita valoró el paseo como una forma ideal de conocer y disfrutar el río. “Para los que no somos de acá, es una forma hermosa de distenderse un poco, conocer, ver la Costanera. Tenemos un paisaje increíble. Esto de ir hasta el puente, ver las luces de la ciudad, es muy lindo. Sé que hay otras salidas más largas, como la que va hasta San Ignacio… ya tenemos en mente hacer ese paseo también”. Con entusiasmo y buen humor, concluyó: “La verdad que muy lindo, muy bien organizado. A veces uno no se da cuenta de lo que tiene cerca hasta que lo vive. Me encantó”.