Essen redujo su planta por el impacto de insumos importados y generó preocupación en Venado Tuerto ante un escenario económico incierto.
Essen atraviesa días de tensión luego de que sus dueños despidieran al 10% del personal por el impacto de insumos importados en distintos tramos de su producción. La medida generó preocupación en Venado Tuerto, donde la planta ocupa más de 20 mil metros cuadrados y forma parte de la identidad industrial de la ciudad.
Según la Unión Obrera Metalúrgica, la firma echó a 30 de sus 300 empleados. La organización confirmó que 20 trabajadores eran efectivos y los otros 10 figuraban como contratados. La noticia generó malestar en un sector que ya observa señales de retracción desde la apertura de importaciones.
El diario BAE describió a Essen como “la fábrica de piezas de aluminio fundido con esmalte vitrocerámico más grande del mundo” y recordó que “desde hace 45 años, fabricaron más de 30 millones de ollas y sartenes”. Sin embargo, la flexibilización para ingresar productos del exterior impactó de lleno en su estructura productiva.
El nuevo modelo de Essen, en discusión
El CEO de la empresa, Wilder Yasci, había señalado semanas atrás que Essen crecía por encima de los índices del año pasado. También informó que la firma registraba expansión en mercados como Paraguay, Bolivia, Perú y México, donde opera mediante revendedores. Aun así, reconoció los desafíos vinculados a la competencia externa.
Además, en agosto la empresa lanzó al mercado su línea Rein, un robot de cocina con 500 recetas. Ese desarrollo demandó una inversión millonaria y avanzó gracias a la incorporación de componentes chinos, lo que generó un contraste con el modelo económico que impulsa el Gobierno nacional, orientado a atraer inversiones de Estados Unidos y Europa.
El secretario general de la UOM en Venado Tuerto, Diego Olave, analizó el cuadro y señaló que “hay empresarios que se están volviendo importadores”. Explicó que sectores que antes requerían 30 trabajadores ahora funcionan con solo ocho personas si las piezas clave llegan del extranjero. Según dijo, ese cambio provoca un desplazamiento directo de mano de obra local.
Mientras tanto, la historia de Essen recuerda un largo recorrido industrial. Armando Yasci y su esposa, Teresa Bompessi, abrieron la fábrica en 1954 y se dedicaron inicialmente a la fundición de aluminio y a la producción de mecheros. A fines de los 70, su hijo Wilder descubrió cacerolas similares en Estados Unidos y apostó por fabricar una línea propia. Luego, por ocurrencia de Mirta, su pareja, la marca adoptó el nombre Essen y apostó a las ventas por reuniones, un modelo que revolucionó la cocina doméstica.
Sin embargo, la empresa enfrenta hoy un escenario complejo. La semana pasada reunió a su personal e intentó llevar tranquilidad. La gerencia aseguró que no continuará con los despidos, aunque el clima interno sigue cargado de incertidumbre.
